Gadi ha tenido la suerte de ser amadrinado

Y ha sido a través de la Web de Sandra Baas.
Anabel Rubio de Valencia es quién le tenderá esa mano de ayuda que colaborará en dar a Gadi la asistencia veterinaria y los cuidados que necesite mientras llega esa siempre más que merecida adopción para él.
Gracias Anabel, aquí tienes "Los nuevos días de Gadi" a tu alcance.

martes, 20 de noviembre de 2007


Gadafi:
Gadi, para nosotros.
Llegó a casa el día 16 de Noviembre de 2007. Lo trajo un jardinero sordomudo de la barriada donde tenemos la oficina, el cazador que lo tenía lo iba a ‘dormir’ porque Gadi no caza. Al jardinero le dio pena y me pidió si podía conseguir una familia para él.
Lo dejaron conmigo a las 6 de la tarde. Allí estuvo tímido y curioso, y enseguida hizo buena relación con Kiko (mi perro pequeño, que tiene mucho carácter y aún no ha cumplido un año).
Me advirtieron que le asustaba entrar a los sitios, que le hiciera unas caricias en el lomo, pero no entendí bien lo que me dijeron y cuando fui a meterlo en el coche, a Gadi le dio un ataque de pánico, no pude sostenerlo, dio un gran brinco y se revolvió de tal manera que hizo que soltara la correa , hasta ese momento había caminado sin tirar y tranquilo con ella.
Salió corriendo, pero no escapando, sino asustado por el hecho de tener que entrar en el coche, lo seguí, pero era tal el miedo que tenía que no podía cogerle, él volvía a la oficina, aunque si me veía, salía disparado otra vez.
Por fortuna un vecino lo cogió y lo trajo, Gadi se dejó coger y caminó con la correa sin tirar y sin problema ninguno. Intenté acercarme a él de nuevo , pero de frente y le volvió a dar un ataque de pánico, se revolcó por el suelo y tiró tarascones alcanzándome con uno en la mano, así que me alejé a ver si se tranquilizaba.
Mi vecino lo llevó a la oficina, y allí estuvo otra vez tranquilo.
Para poder meterlo en el coche le tapé la cabeza con una tela oscura, así, su hocico quedó fuera y le permitía respirar, pero sus ojos estaban totalmente tapados, se quedó muy tranquilo. Lo cogí en brazos y los subí al coche, Gadi no se movió de donde lo puse hasta que no lo bajé del coche, ya en el patio de mi casa.
Era de noche, Gadi tenía hambre, se dejó agobiar un poco por mis otros perros que querían olerle y ver quién era, pero no dejaba que yo me acercara a él. Observando a los demás entendió dónde tenía que dormir y dónde comer, pero le costó mucho comer pienso, como si no fuera capaz de morder algo duro.
Muy tarde ya, Jose me ayudó a ponerle un chalequito, ya que aquí duermen bajo techo pero es un sitio abierto y hace frío. Poco a poco conseguimos que se quedara atrapado entre una pared y las casitas, allí le puse el abriguito y estuve haciéndole mimos un rato largo, Gadi dejó de temblar pero no se movió, dejó su cara pegada a la pared hasta más de media hora después de que yo ya no estaba con él. Al fin, lo venció el sueño, y allí se quedó dormidito.
Había estado desde que llegó durmiéndose de pie, para él había sido un día muy estresante, pero no se anima a relajarse, eso le costará aún unos días.

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