Día 2...
..Hoy ha estado un poco más tranquilo, aún no entiende cómo es que no tiene que hacer nada más que dormir, comer y jugar, y que nadie le quiere hacer nada. Hasta bien entrada la mañana no conseguí acercarme a él para sacarle el chaleco que le pusimos anoche. Intentamos no agobiarle, acercarnos despacio, y hablarle de lejos, lo dejamos mucho que haga lo que le parezca, y por el momento sólo quiere dormir.
Esperamos que poco a poco pueda confiar en nosotros y tranquilizarse lo suficiente para dejar que le toquemos y lo podamos llevar en coche, pero por el momento Gadi dormirá y recuperará confianza gracias a la compañía amable y desinteresada de Kiko, Pinto, Prudencia, Tita y Junior.
Está muy delgado, necesita coger algunos kilos porque se le notan las vértebras de la columna, demasiado flaco para ser tan grande. Es musculoso y cuando camina hace algo raro con las patas, como si sus manos se hundieran en el suelo, quizás le falte calcio o tenga reblandecidas las almohadillas. Tiene una cicatriz en la cara que le ocupa casi toda la parte izquierda de la nariz y el ojo de ese lado le lagrimea.
Tiene un carácter calmado, y retraído, me recuerda a mi Pru cuando llegó, con mucho miedo, y mucha hambre y muchísimo sueño.
Ahora mismo está comiendo a mi lado, pero no debo mirarlo porque si lo hago se asusta y se aleja un poco. Tiene hambre atrasada, y cada tanto pega un respingo ante cualquier sonidito o gesto que no espera. Pobre Gadi, ¿qué es lo que ha vivido en este año y medio de vida para no confiarse ni de su sombra?.
Gadi es un galgo alto, pero aún no se le ve porque camina semi agachado , como he visto que lo hacen todos galgos (y perros en general) que tienen miedo y no confían en las personas.
Él no ha sido maltratado, pero no han tenido ninguna consideración con él, los galgueros no consideran que la sensibilidad de los galgos sea una virtud y el carácter de su raza, sino una debilidad. No les tratan como seres sensibles, sino como bestias tontas, tiran de ellos sin tener en cuenta la timidez natural de estos perros. Y les encierran casi todo el tiempo en que no los llevan a cazar o correr, sin hablarles ni hacer que tengan ningún trato con algún humano. Esto hace que los galgos desarrollen un temor enfermizo a las personas, sin necesidad de que les hayan pegado o maltratado, si además esto sucede y son heridos por un humano, el pánico que manifiestan es más profundo y las señas de esos sucesos les quedan marcadas para toda su vida, aunque superen el temor y la timidez, algunos galgos nunca pueden soportar el ruido de un tiro de escopeta o la visión de algún tipo de cuerda, calzado o coche.
Generalmente logran salir adelante y adaptarse al buen trato recibido por la familia que les adoptan, solo se puede adivinar algo de lo que fueron y vivieron antes de convertirse en galgos de casa y familia, en algunos temores, y rasgos de su carácter.
Pero, desde su mirada, hasta su cuerpo y su actitud cambian radicalmente cuando el trato que reciben es bueno, tranquilo y amable. Aunque lleva su tiempo que dejen de temer, desde unos pocos días hasta algunos años, depende del daño recibido y de la edad a la que hayan sido rescatados.
Veremos el tiempo que le lleva a Gadi confiar en las personas. A mi Pru le costó más de un año y recién hoy, dos años después de su rescate, se comporta como una perra normal y hasta ha recuperado su ladrido.
Esperamos que poco a poco pueda confiar en nosotros y tranquilizarse lo suficiente para dejar que le toquemos y lo podamos llevar en coche, pero por el momento Gadi dormirá y recuperará confianza gracias a la compañía amable y desinteresada de Kiko, Pinto, Prudencia, Tita y Junior.
Está muy delgado, necesita coger algunos kilos porque se le notan las vértebras de la columna, demasiado flaco para ser tan grande. Es musculoso y cuando camina hace algo raro con las patas, como si sus manos se hundieran en el suelo, quizás le falte calcio o tenga reblandecidas las almohadillas. Tiene una cicatriz en la cara que le ocupa casi toda la parte izquierda de la nariz y el ojo de ese lado le lagrimea.
Tiene un carácter calmado, y retraído, me recuerda a mi Pru cuando llegó, con mucho miedo, y mucha hambre y muchísimo sueño.
Ahora mismo está comiendo a mi lado, pero no debo mirarlo porque si lo hago se asusta y se aleja un poco. Tiene hambre atrasada, y cada tanto pega un respingo ante cualquier sonidito o gesto que no espera. Pobre Gadi, ¿qué es lo que ha vivido en este año y medio de vida para no confiarse ni de su sombra?.
Gadi es un galgo alto, pero aún no se le ve porque camina semi agachado , como he visto que lo hacen todos galgos (y perros en general) que tienen miedo y no confían en las personas.
Él no ha sido maltratado, pero no han tenido ninguna consideración con él, los galgueros no consideran que la sensibilidad de los galgos sea una virtud y el carácter de su raza, sino una debilidad. No les tratan como seres sensibles, sino como bestias tontas, tiran de ellos sin tener en cuenta la timidez natural de estos perros. Y les encierran casi todo el tiempo en que no los llevan a cazar o correr, sin hablarles ni hacer que tengan ningún trato con algún humano. Esto hace que los galgos desarrollen un temor enfermizo a las personas, sin necesidad de que les hayan pegado o maltratado, si además esto sucede y son heridos por un humano, el pánico que manifiestan es más profundo y las señas de esos sucesos les quedan marcadas para toda su vida, aunque superen el temor y la timidez, algunos galgos nunca pueden soportar el ruido de un tiro de escopeta o la visión de algún tipo de cuerda, calzado o coche.
Generalmente logran salir adelante y adaptarse al buen trato recibido por la familia que les adoptan, solo se puede adivinar algo de lo que fueron y vivieron antes de convertirse en galgos de casa y familia, en algunos temores, y rasgos de su carácter.
Pero, desde su mirada, hasta su cuerpo y su actitud cambian radicalmente cuando el trato que reciben es bueno, tranquilo y amable. Aunque lleva su tiempo que dejen de temer, desde unos pocos días hasta algunos años, depende del daño recibido y de la edad a la que hayan sido rescatados.
Veremos el tiempo que le lleva a Gadi confiar en las personas. A mi Pru le costó más de un año y recién hoy, dos años después de su rescate, se comporta como una perra normal y hasta ha recuperado su ladrido.
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